Otra receta que me remonta a las
mañanas de vacaciones con mis abuelos, es la de las rebanadas de pan
con mantequilla, sí esas que se venden en algunas panaderías y que
mi abuela hacía en el horno milagro cuando había bolillo 'viejo'.
Una de esas preparaciones que se ubican en el orden de las de
'reciclaje' o cocina con sobras y que es tan simple que no tiene
pretexto para prepararla; al mismo tiempo, su sabor es reconfortante
hasta sentir la mantequilla impregnando la boca le da un toque tan
casero que no puedes evitar “relamerte los bigotes”.
Recuerdo que con sólo ver aquella cacerola
en forma de rosca sobre la estufa, se me iluminaban los ojos, porque
eso únicamente podía significar cuatro cosas: bolillo con
mantequilla, espaguetti blanco, pastel de carne o budín de pan,
todos ellos platillos de todo mi agrado, aunque si era por la mañana,
había un 99% de probabilidad de que fuera la primera opción. No
importaba si estaban fríos o calientes, el gusto por comerlos era el
mismo; disfrutar la base dorada que se fundía con la capa suave que
tenía mantequilla, esa mezcla perfecta entre ese elemento graso y el
azúcar que aún hoy día añoro.
INGREDIENTES:
Bolillos partidos por la mitad a
lo largo
Mantequilla o margarina (la
necesaria)
Azúcar (al gusto)
Untamos cada rebanada de bolillo
con mantequilla suficiente y las espolvoreamos con azúcar.
Acomodamos el pan en el horno
milagro y lo llevamos al fuego hasta que se derrita la mantequilla y
se dore la corteza del bolillo.
Listo, un desayuno para días de
antojo.
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