agosto 13, 2012

Huamantla y su feria

Está por terminar la edición 138 de la ya tradicional Feria de Huamantla, que inició el 2 de agosto, y culminará el domingo 19. Lamentablemente este año no tuve la fortuna de asistir, y para mi mayor pesar, en las dos ocasiones anteriores no me ha alcanzado el tiempo para vivir plenamente esta celebración que incluye eventos de tipo religioso, gastronómico y recreativo.
Es innegable, que a pesar de la oferta, destacan de esta feria tanto la Huamantlada, o encierro de toros, como La Noche Que Nadie Duerme. Es la velada del 14 de agosto, cuando los locales y turistas se unen a la peregrinación en honor a la Santísima Virgen de la Caridad, caminando sobre alfombras y tapetes que decoran las calles principales. Es éste el hilo conductor de la feria, un acto de fe y devoción; sin embargo, además del carácter religioso, los diseños de alfombras resultan altamente atractivos, lo que les ha valido el reconocimien to internacional, por su carácter artístico, y la elaboración con elementos que incluyen flores, semillas y aserrín, principalmente.
No podía dejar de hablar de esta celebración, no sólo por la importancia que tiene para Tlaxcala, al ser considerada una de las más representativas; sino por el ambiente que se respira más allá de los recintos, en Huamantla misma, lo cual nos permite confirmar su título de Pueblo Mágico.
Hablaré de mi experiencia, y para mí, el silencio de este lugar te invita a escuchar el latido sereno e hipnótico. Mis visitas han coincidido con los primeros días de la feria; la primera fue capricho, después un regreso pactado entre esa ciudad y yo. Ambas ocasiones me dejaron la impresión de que a pesar del movimiento en sus calles y alrededores, el corazón, o centro de Huamantla, permanece inerte, no en un mal sentido, pues logra seducirte al grado de desear permanecer y regresar.
En lo personal, me considero totalmente urbana; amo la Ciudad de México sin importar cuan caótica o contaminada esté: ella y yo nos entendemos bien. Sin embargo, viajar siempre ha sido una de mis grandes pasiones, por dos simples razones: me gusta descubrir, conocer, probar; pero no lo niego, también me gusta escapar, alejarme un poco de lo estruendosa que a veces resulta mi locura.
Huamantla no sólo cumple con eso, te da más; te ayuda a reconectarte con la esencia de la vida, al tiempo que te permite pasar unos días relajados, pero no por eso aburridos. Sin importar si vas en agosto o en cualquier otro mes, la calidez de la gente no varía; la forma de ser de los huamantlecos es la misma que la de la mayoría de los mexicanos: servicial, atenta y familiar.
¿Qué hacer en Huamantla?, sencillo: vivirla. Recorrer sus calles; entrar a sus museos, como el Museo Nacional del Títere, o el Museo Taurino; visitar sus templos. También existe la oferta de recorridos para conocer algunas Haciendas; incluso se puede visitar el Parque Nacional La Malintzi, así como ciudades aledañas, y por qué no, también viajar en globo.
La comida, mi parte favorita, la trataré en otro momento, porque en esta ocasión ya me extendí demasiado.

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