Comienzo este camino que tiene como meta introducirme y formar parte del universo del periodismo gastronómico, sin saber lo que me deparará el destino. Mi única convicción es hacer lo mejor posible y entregar contenidos de calidad, con información útil, pero también con emoción, porque siempre he estado a favor de los textos que logren transmitir y remover sentimientos.
Se me hace justo que el banderazo de salida lo de una entrada que hable sobre aquellos motivos que me llevaron a volcarme sobre la gastronomía, a interesarme en los sabores, los aromas, y proponerme plasmar mi pasión por escrito. Alguna vez lo escribí: yo misma me sorprendo de haberme rendido a lo que mucho tiempo me negué, la comida. Amo comer, pero por encima está el amor por la comida.
No me refiero al acto cotidiano de ingerir platillos ricos, o al acto social de compartir con familia y amigos ese momento. Hablo del gusto de recorrer los mercados disfrutando los colores, los aromas; de disfrutar las texturas y hacer de cada bocado una experiencia. También implica interés por conocer nuevos sabores, su historia, beneficios, y hasta las recetas y recuerdos de quienes tienen a bien presentártelos, y esto no es gratuito.
Crecí en la cocina, del Distrito Federal, pero al final de cuentas una cocina con los platillos que mi abuela aprendió de su madre para posteriormente transmitir a mi madre y mis tías. Mi abuela paterna también aportó un granito a mi pasión, con preparaciones principalmente michoacanas, y con una herencia de recetas que mi padre aún lleva a la práctica. Fui alimentada con comida preparada al día, y se me quedó la maña. Me enseñaron que antes de decir "no me gusta", tienes que haberlo probado, por lo que he comido desde insectos hasta vísceras, sin dejar de lado frutas y verduras que algunos no conocen. Mis recuerdos están íntimamente ligados con los sabores.
En conclusión, no puedo negar lo que soy: una apasionada de la cocina, amante de los viajes, curiosa de nacimiento, periodista-escritora o cómo se me pueda decir, por vocación, y libre por decisión. Pero si la lista de razones no fue lo suficiente, o está atiborrada de cuestiones subjetivas que no le dan un verdadero sustento a mi elección, tengo otro par.
En primer lugar me entristece pensar en la visión que se tiene de la comida mexicana en otros lugares. Especialmente cuando ves programas de televisión que relacionan lo Tex-Mex con nuestra comida, pero aunque poco a poco se ha ido cambiando la imagen, para las nuevas generaciones que habitan México no. Quizás hablo al tanteo porque no tengo un estudio que respalde esa premisa; sin embargo, cada vez veo menos personas interesadas en cocinar platillos más allá de quesadillas, tacos, enchiladas y chiliquiles, que a su vez son socorridos por su practicidad, mientras se incrementa el número de personas que se introducen al mundo de la comida italiana, francesa o simplemente se entregan a la comida rápida. Se están perdiendo nuestras tradiciones.
Y no me refiero al hecho de ir a desayunar, almorzar, comer o cenar en algún puesto callejero, mercado, fonda o restaurante, porque afortunadamente aún hay personas que cocinan platillos que han sido base de las mesas de las familias mexicanas. Se trata de conocer un poco más y no quedarnos en lo que vemos a diario; de reencontrarnos con ingredientes tan simples como las hierbas, verduras y frutas, cuya variedad impresiona, al tiempo que decepciona la preferencia de la fruta importada de los supermercados. Volver a lo natural es uno de mis lemas de vida, demostrar que la comida mexicana no está peleada con una alimentación saludable; cambiar las modas por los modos.
Pero quizás mi mayor motivo, además de dar hablar de alimentos y platos, es contar historias detrás de esas preparaciones, aunque estas se relacionen en un inicio con mi núcleo familiar. Hacer crónicas de viaje y hablar sobre la vida vista desde mi lugar. Compartir mi locura y mi incesante búsqueda de ingredientes, pero también de experiencias y momentos que se guardarán eternamente.
Es por eso que estoy aquí, escribiendo una vez más, tratando de unir dos pasiones que a veces se pelean; las mismas que se declaran la guerra en nombre de sus diferencias, aunque siempre terminen abrazadas. Y seguiré en esto que lucharé por consolidar más temprano que tarde.
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