Para personas perdidas yo, que conste que lo digo en el mejor sentido de la palabra jaja Discúlpenme por la ausencia que me ha caracterizado este mes, a veces creo que quiero estar en tantos lugares y hacer tantas cosas, que termino con muy poco, al menos a la vista; bien dirían mi tía y abuela que en paz descansen: El que mucho abarca, poco aprieta (si, ya se que no es de su autoría, pero lo conocí por ellas je).
En fin, sigo en el camino y cada vez me entero de más cosas referentes a la salud que a veces me da miedo. Hay tanto que desconocemos, y otro tanto en lo que nos hacemos de la vista gorda, por qué negarlo, que cuando te das cuenta lo que comes tiene más químicos que el perfume o la loción que usas, existe una nueva enfermedad, nuevos descubrimientos genéticos y todo lo que antes era sencillo ahora se vuelve complicado.
El martes 16 de agosto de 2011, hace unos días, el Instituto Mexicano del Seguro Social, dio a conocer en un boletín los aspectos negativos del estrés infantil derivado de las altas exigencias a nivel escolar, todo en el marco del regreso a clases. No considero una novedad este tema, muy al contrario, al menos no para mí que lo viví en carne propia, sólo que en mi etapa escolar se le llamaba disciplina, lo mismo que el bullying era considerado “juego de niños o crueldad infantil”.
No creo que sean fenómenos que en el 2011 apenas se estén estudiando y se descubran sus consecuencias, si sí, ¡qué miedo!; me inclino más a pensar que estas consecuencias los están rebasando, y los trastornos psicológicos de esos niños que ahora son adultos, tienen consecuencias a nivel social y sector salud. La pregunta que a mí me salta es: ¿y ahora qué hago, si durante años mi padre me exigió tanto que hoy no cumplo ni mis propias expectativas? No, pues ya te amolaste, paga años de terapias con psicólogos para que te reafirmen eso y te recalquen lo maravillosa y valiosa que eres...creo que eso lo puedo descubrir yo sola.
En fin, las repercusiones de un pasado desinformado o con información ignorada no son tan preocupantes como el ver a niños cada vez más pequeños pendientes de cosas que no deberían ser, y padres que con el afán de que sus hijos logren desenvolverse en una sociedad que a ellos mismos los asfixia, los inscriben en las mejores escuelas y los saturan de tantas actividades que hay pequeños cuya agenda está más llena que la de muchos de nosotros. Vivimos en un mundo extremista, donde si no andas de prisa eres flojo, si ganas menos de 6 mil pesos quincenales eres mediocre y pobre por no alcanzar los estándares de consumo, si tienes sobrepeso das asco y todos los delgados son anoréxicos.
Me preocupa el mundo que les dejaremos a los que vienen detrás de nosotros, porque si un niño de 4 años tiene que preocuparse por bajar de peso, estudiar varios idiomas, tomar clases de fútbol, natación, violín, y además cuidar que aquel que trae encima las frustraciones de sus padres se desquite con él, ¿qué más va a pasar?.
Antes de que las consecuencias de este nuevo estilo de vida se sumen a los malestares que el propio ambiente y alimentación han provocado en niños, y que la gastritis, los dolores de cabeza, la agresividad, o peor aún, el suicidio, lleguen, es importante la recomendación que el psiquiatra entrevistado para el boletín hace: poner atención a lo que se les pide a los niños y estar al pendiente de que las expectativas no superen sus capacidades; sin embargo, también sería importante hacer una reflexión sobre nosotros mismos.
Es decir, darnos cuenta si no somos los que se sienten insatisfechos con sus logros, si logramos desenvolvernos satisfactoriamente, aceptamos nuestros errores, pero también reconocemos nuestros aciertos. Nosotros somos quienes les damos el ejemplo, y ser un padre, tío, primo, hermano frustrados, hace que nos volquemos de forma negativa sobre ellos. Es momento de darnos cuenta si no estamos repitiendo patrones y si nuestra vida es tan feliz y tranquila como debería; no hay razones suficientes para vivir sin armonía, salud y paz.
En fin, sigo en el camino y cada vez me entero de más cosas referentes a la salud que a veces me da miedo. Hay tanto que desconocemos, y otro tanto en lo que nos hacemos de la vista gorda, por qué negarlo, que cuando te das cuenta lo que comes tiene más químicos que el perfume o la loción que usas, existe una nueva enfermedad, nuevos descubrimientos genéticos y todo lo que antes era sencillo ahora se vuelve complicado.
El martes 16 de agosto de 2011, hace unos días, el Instituto Mexicano del Seguro Social, dio a conocer en un boletín los aspectos negativos del estrés infantil derivado de las altas exigencias a nivel escolar, todo en el marco del regreso a clases. No considero una novedad este tema, muy al contrario, al menos no para mí que lo viví en carne propia, sólo que en mi etapa escolar se le llamaba disciplina, lo mismo que el bullying era considerado “juego de niños o crueldad infantil”.
No creo que sean fenómenos que en el 2011 apenas se estén estudiando y se descubran sus consecuencias, si sí, ¡qué miedo!; me inclino más a pensar que estas consecuencias los están rebasando, y los trastornos psicológicos de esos niños que ahora son adultos, tienen consecuencias a nivel social y sector salud. La pregunta que a mí me salta es: ¿y ahora qué hago, si durante años mi padre me exigió tanto que hoy no cumplo ni mis propias expectativas? No, pues ya te amolaste, paga años de terapias con psicólogos para que te reafirmen eso y te recalquen lo maravillosa y valiosa que eres...creo que eso lo puedo descubrir yo sola.
En fin, las repercusiones de un pasado desinformado o con información ignorada no son tan preocupantes como el ver a niños cada vez más pequeños pendientes de cosas que no deberían ser, y padres que con el afán de que sus hijos logren desenvolverse en una sociedad que a ellos mismos los asfixia, los inscriben en las mejores escuelas y los saturan de tantas actividades que hay pequeños cuya agenda está más llena que la de muchos de nosotros. Vivimos en un mundo extremista, donde si no andas de prisa eres flojo, si ganas menos de 6 mil pesos quincenales eres mediocre y pobre por no alcanzar los estándares de consumo, si tienes sobrepeso das asco y todos los delgados son anoréxicos.
Me preocupa el mundo que les dejaremos a los que vienen detrás de nosotros, porque si un niño de 4 años tiene que preocuparse por bajar de peso, estudiar varios idiomas, tomar clases de fútbol, natación, violín, y además cuidar que aquel que trae encima las frustraciones de sus padres se desquite con él, ¿qué más va a pasar?.
Antes de que las consecuencias de este nuevo estilo de vida se sumen a los malestares que el propio ambiente y alimentación han provocado en niños, y que la gastritis, los dolores de cabeza, la agresividad, o peor aún, el suicidio, lleguen, es importante la recomendación que el psiquiatra entrevistado para el boletín hace: poner atención a lo que se les pide a los niños y estar al pendiente de que las expectativas no superen sus capacidades; sin embargo, también sería importante hacer una reflexión sobre nosotros mismos.
Es decir, darnos cuenta si no somos los que se sienten insatisfechos con sus logros, si logramos desenvolvernos satisfactoriamente, aceptamos nuestros errores, pero también reconocemos nuestros aciertos. Nosotros somos quienes les damos el ejemplo, y ser un padre, tío, primo, hermano frustrados, hace que nos volquemos de forma negativa sobre ellos. Es momento de darnos cuenta si no estamos repitiendo patrones y si nuestra vida es tan feliz y tranquila como debería; no hay razones suficientes para vivir sin armonía, salud y paz.
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