agosto 17, 2014

Conociendo el Horno Milagro

El horno milagro siempre fue familiar para mí, era común verlo en casa de mi abuela; sin embargo hoy día, no es tan sencillo verlo, incluso en la cocina de mi mamá brilla por su ausencia, sé que existe en algún rincón, seguramente empolvado, pero ya no forma parte de los utensilios cotidianos y estoy casi segura que así pasa en otros sitios.
Sin embargo, este 'artefacto' es de gran utilidad, pues permite preparar panes, pasteles, o diferentes guisos sin necesidad de prender el horno, pues se utiliza como una suerte de olla en la flama de la estufa. Se compone de tres partes: el molde donde se vierten las mezclas o colocan los alimentos, la tapa y la base. Esta última se introduce en el orificio del contenedor y es la que tendrá el contacto directo con la flama, distribuyendo el calor y evitando que se queme el fondo de la preparación.
La clave en el éxito de este 'horno milagroso', está en los orificios ubicados en el borde de la tapa y el molde, pues al mantenerse cerrados, permiten la cocción, y al abrirlos ayuda a dorar los alimentos.
Si soy sincera, no cocino con él y mi abuela ya no vive para poder preguntarle la fórmula para hacerlo de forma correcta, pero según pude sondear en Internet, varios sitios coinciden en que ésta es 50 y 50. Es decir, la mitad del tiempo con los 'hoyitos' cerrados y la otra mitad abiertos. Aunque como muchas cosas en la cocina, habrá que experimentar hasta encontrar lo que se adapte a nosotros.
Tal vez nunca tengamos la oportunidad de utilizar uno, pero vale la pena echar un vistazo a los elementos que han formado parte de la cocina y nuestro pasado.  

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