octubre 08, 2010

¿Qué se está haciendo?, ¿Qué podemos hacer?

por María
Existen varias propuestas que se están llevando a cabo en nuestro país; aunque, el alcance, por lo menos a nivel local, no parece ser el más óptimo.
La Secretaría de Salud se ha puesto en marcha; Televisa lanzó un programa; algunas empresas dedicadas a la venta de alimentos se les unieron, y aunque de ninguna se ven claras las razones para estas campañas que se escudan en el interés por la salud de los ciudadanos, en un intento por promover y comenzar con el cambio de hábitos.
Muchas pueden ser las aristas desde las que se analicen estos proyectos: la culpa, la obligación, un interés económico, en fin, pero lo que debemos destacar es el provecho que nosotros, como simples mortales podemos sacar de eso.
Ya era momento de comenzar a quitar esos mitos acerca de la alimentación, de destapar el meollo que existe detrás de lo que nos llevamos a la boca, porque al final de cuentas, aunque nos neguemos a creer, y reneguemos de las cosas saludables, la realidad es que todo lo que comemos tiene una influencia inevitable en nuestro organismo y por consecuencia en lo que éste irradia.
Así como el comer algo echado a perder trae consigo consecuencias nada agradables; llenar nuestro sistema con cosas poco nutritivas, aunque sean ricas; comer por comer o simplemente no comer, tarde o temprano nos termina cobrando, yo no he escuchado de alguien que esté encantado de pagar recargos.
Es por eso que es momento de enfocarnos en lo que podemos hacer para evitar que aquellas deudas que hemos acarreado con nuestros cuerpos, nos ahoguen.
Hablemos de una de las campañas que más revuelo causó, y que ocupó la atención de autoridades, padres, hijos y medios de comunicación: la campaña para evitar y/o disminuir la incidencia de obesidad infantil.
Este año en México las cosas se esbozaron para ser diferentes; los estudiantes de educación básica no sólo se enfrentaron los cambios que el ascenso académico supone, sino que también encontraron a su regreso diferencias en relación a sus hábitos comunes, todo con el afán de combatir un problema ya arraigado.
Existen demasiados dimes y diretes en relación a este tema; ya se publicaron las listas, y aparentemente a partir del 2011 las cooperativas o tienditas escolares sólo podrán mostrar en sus estantes aquellas papitas, pastelitos, leches y galletas que hayan sido aprobadas por las Secretarías de Salud (SSa) y Educación (SEP).
El camino ha sido largo y muy empedrado; sin embargo también se busca quitar de los menús escolares los alimentos fritos o con un alto contenido calórico; así mismo se incluyó en algunas escuelas el concepto de “recreo activo”, promoviendo los 30 minutos de ejercicio diarios que en promedio debería realizar una persona.
Pero si esto resulta poco, entre las medidas dictadas por la Secretaría de Salud (SSa) está el seguimiento de los maestros para detectar casos de sobrepeso u obesidad, que merezcan ser canalizados a algún centro de salud.
En otros países ya se han implementado medidas parecidas a las que México busca llevar a cabo; a partir de publicaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), países como Gran Bretaña, con su campaña Change4life; o más recientemente Estados Unidos con las propuestas realizadas por Michelle Obama; así como España y Francia, han servido de ejemplo para nuestro país.
Las propuestas apuestan por una vida más saludable para toda la familia, pero así como aquí, la prioridad son los niños, no sólo por lo preocupante que resulta su incremento de peso, sino por las consecuencias que se presentan cada vez a edad más temprana, generando problemas a corto, mediano y largo plazo.
Sin embargo, y a pesar de los esfuerzos, no podemos reducir toda la solución a quitar la “chatarra” de las escuelas, ni a eliminar los anuncios publicitarios; se trata es de educar.
Se trata también de dejarnos de dietas milagrosas que les, y nos, pueden causar un gran daño, pero también de cambiar nuestras percepciones e ideas. Esas que nos dicen que no debemos caer en la trampa de la moda y que las personas reales tienen “llantitas”, porque las personas reales antes que “curvas” tienen salud.
Son reformas que se deben hacer poco a poco, porque quizás no estamos listos para cambiar de golpe, pero no hemos de dejarle todo el trabajo al gobierno, porque si ellos fallan será muy fácil culparlos, pero jamás veremos la realidad, que nuestra mentalidad sigue siendo la misma aunque dejen de expender comida chatarra en las escuelas.

1 comentario:

  1. El texto es muy interesante. Considero que también es necesario atacar la obesidad desde la parte psicológica. Ese trastorno no sólo obedece a causas meramente fisiológicas, y a mi parecer es más sencillo y eficaz disciplinar la alimentación si primero disciplinamos la parte emocional que lleva a algunas personas a abusar de la comida.

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