octubre 08, 2010

Detectando la obesidad y haciéndonos responsables

por María
No es difícil darse cuenta cuando comienzas a sufrir sobrepeso, mucho menos cuando se trata de obesidad, existen detalles que pocos pasan por desapercibidos, aunque seamos muchos quienes quisiéramos evadirlos.
Quien conoce su cuerpo sabe cuando sube un par de kilos, basta con fijarte que aquel pantalón que tanto te gusta ya no te cierra, o que al subir escaleras comienzas a cansarte; hay quienes se justifican diciendo: “son un par de kilos más, qué mas da, después los bajo”.
Pero si no nos hacemos responsables de ese par de kilos, con el tiempo se incrementarán al grado de convertirse en un problema cuyas consecuencias no sólo serán tener que comprar pantalones una o dos tallas extras, sino en enfermedades que pueden ser incapacitantes e incluso mortales.
Existe un método reconocido médicamente, y muy mencionado en los últimos meses, para confirmar que aquellos "kilitos de más" tienen o tendrán una verdadera repercusión. Ésta es una manera de diferenciar entre un problema y mera paranoia.
Me refiero al tan mencionado Índice de Masa Corporal (IMC), que se obtiene al dividir el peso de una persona, entre su estatura en metros al cuadrado.
Si este resultado oscila entre 19 y 25, hablamos de un rango normal; en cambio, superando esta cifra, y hasta 30, se trata de sobrepeso, y en resultados mayores de obesidad.
Éste es uno de los medios más aceptados y reconocidos por la Organización Mundial de la Salud, pues la forma de calcularlo no varía en función del sexo ni de la edad en la población adulta; sin embargo, se trata de una medida aproximativa, y existen detalles que se pueden pasar por alto, pero que resultan igual de peligrosos.
Es decir, una persona delgada, cuyo IMC está en los estándares adecuados, si su porcentaje de grasa corporal es elevado, su salud también se puede ver perjudicada; es por eso que se recomienda también conocer el Porcentaje de Grasa Corporal.
Por lo anterior, se recomienda conocer el estado de salud en que se encuentra nuestro cuerpo a partir de estudios especializados para que así, una vez identificado el problema, como con cualquier otra enfermedad, se diagnostique y busque una solución.
Lo importante es hacer ese primer balance entre peso y talla, porque a partir de él tendremos una perspectiva de lo que ocurre con nosotros; pero más importante es hacernos responsables.
No dejarlo pasar es lo que cuenta, entender que nos estamos haciendo daño y que es momento de acudir a un especialista, no por vernos más guapas o guapos, sino por sumarle unos años más de salud a nuestra existencia.
Dejemos de jugar a los nutriólogos con dietas esporádicas; olvidemos los mitos que nos inculcaron desde pequeños y, como adultos racionales y responsables, acudamos con un verdadero especialista que nos indique qué hacer, cómo cuidarnos, alimentarnos y, en caso de ser necesario, qué medicamentos debemos tomar.
La misma indicación es para los niños, detectar un aumento de peso irregular en nuestros hijos, hermanos, sobrinos o nietos, es motivo suficiente para llevarlos con el pediatra que evalúe la situación y tome las medidas necesarias.
Debemos hacernos conscientes del tema desde la perspectiva de salud, y no de estética, educar a los niños, y a nosotros, hacia una sana relación con la comida sin mitos acerca del peso o los alimentos, para así lograr mejorar nuestra calidad de vida.

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