agosto 17, 2010

Sobrepeso, Trastornos Alimenticios, obesidad

Observando en los últimos días, me he dado cuenta de que no es mentira eso que ha sido un tema muy persistente en los medios de unos meses para acá: la obesidad.

Y es irónico, que en un mundo donde tenemos una presión constante y persistente por cumplir con un estatus, un peso y una talla determinado, también persistan estos casos; cómo es posible que convivamos en un mismo mundo polos tan extremos como los trastornos alimenticios y la obesidad.

Y los señalo a ambos, porque tanto uno como el otro tienen sus contras, es más, no considero que alguno tenga un punto a favor; tan malo es no comer, como comer en exceso, al final ambos dañan nuestra salud.

Tanto unos como otros, anoréxicos, bulímicos, obesos, tenemos nuestros pretextos y atacamos al otro para justificar nuestras propias debilidades; los primeros justificamos nuestras actitudes para-con la comida como una prevención, incluso nos atrevemos a decir que es para evitar enfermedades.

Por su parte, muchas personas con sobrepeso u obesidad insisten que aman la comida y es un placer tal, que no podrían dejarlo, además, a ellos no les interesa estar flacos y a la moda; no les gustaría estar en los huesos: " mejor gordito, como se debe ser, que flaco anoréxico".

Y entonces, inmersos en ese círculo vicioso, nos dañamos cada vez más; comiendo mucho o dejando de hacerlo, dañamos a nuestro corazón, lo mismo que con el ejercicio extremo y la ausencia de este; es decir, estamos más cerca del otro de lo que creemos.

Y no es en balde todas las campañas y los esfuerzos por erradicar los malos hábitos alimenticios; a mí no sólo me preocupa la salud física de esos niños que están creciendo con una pésima educación alimentaria, sino también la mental, porque yo fui una como ellos y el giro que dio la historia es algo dramático, marcó toda mi vida.

Ahora bien, desde hace algún tiempo he llegado a la conclusión de que no se trata de estar delgado o gordo, sino estar sano; tener una talla 7, 9 u 11, es lo de menos, si nuestro peso y masa corporal permite que nuestro cuerpo exista sin daños es la correcta.

Pero más allá de eso, no es un descubrimiento que gran parte de la población adulta tenga sobrepeso, en lo que me he fijado es que muchas de estas personas, son personas con una vida, al menos a simple vista, satisfactoria, con hijos, trabajo estable y una situación familiar cómoda.

En consecuencia, muchos hijos de este tipo de padres llegan a tener sobrepeso; mi pregunta es, ¿a qué nos enfrentamos?.

Porque no se trata de un descuido por falta de autoestima, noson comedores compulsivos que buscan llenar un vacío, todo lo contrario, son personas felices, o al menos satisfechas, que están menos preocupadas por un sentido estético, ya que muchas de las metas relacionadas con este factor, ya las cubrieron: encontraron pareja, se casaron, tienen un trabajo, y en nada les afecta ser o no "gorditos".

Y lo digo por experiencia, porque mis padres, tíos y primos, son así; es por eso que constantemente escuchamos hablar de lo común que es que los casados engorden, o se vuelvan "fodongos", descuidados.

Y de nuevo caigo en la cuenta que es toda una mentira, que la salud siempre queda en segundo o tercer término, porque más allá de preocuparnos por evitar un infarto, prevenir la hipertensión, la diabetes o daño hepático, lo único que queremos es cumplir con esas metas.

Hemos crecido creyendo que nuestro mayor objetivo de vida es encontrar una pareja y formar una familia, no nos concebimos solos, porque ser soltero es sinónimo de fracaso; entonces la imagen entra en juego, creemos que siendo delgados encontraremos a alguien que nos quiera, hacemos dieta dos meses antes de la boda, y después, ya que nos sentimos seguros, cuando el amor se hizo presente, dejamos ir ese propósito de estar delgados.

Y entonces empezamos a darnos cuenta que la imagen no lo es todo, que existen cosas más importantes como el amor, y educamos a nuestros hijos haciéndoles creer que no es importante cuidarse, más que de enfermedades como la gripe, hepatitis, cáncer y sida; de pronto llegan a la adolescencia y el ciclo se repite.

Jugamos con nuestros cuerpos a nuestra conveniencia; hay quienes cultivan sus conocimientos, personas que anteponen su inteligencia, capacidades y talentos a su imagen, son los que te hacen sentir idiota porque tú vas al gimnasio mientras ellos hacen lo que quieren con su cuerpo, porque al final de cuentas serán reconocidos por sus virtudes.

Y resulta que a todos nos termina valiendo un reverendo cacahuate si estamos sanos o no, y me incluyo, porque a pesar de que estoy en un buen momento de mi vida, también he jugado con fuego, he llegado a los extremos; y en ocasiones he tenido miedo de ser feliz, porque es en esta felicidad que todo lo demás se borra, inmersa en ese mar de cosas buenas, me dejo de lado, olvido el ejercicio, como lo que quiera, porque alguien o algo me quiere.

Pero a la larga eso también trae consecuencias, lo ideal sería encontrar el punto medio, aunque tal vez resulte imposible.

Siempre he querido dejar de pensar en una talla, a veces quisiera seguir usando uniforme como en la primaria, así no me importaría mucho; pero tal vez dejar eso a un lado nos serviría a todos.

Quitarnos los estereotipos y señalizaciones: el gordo, el flaco; el alto, el chaparro; el negro, el güero, y buscar una felicidad que no descuide nuestra salud, porque así no sólo estaremos más tiempo con quienes queremos, sino que también les daremos tiempo de calidad, y heredaremos a nuestros hijos un estilo de vida más saludable.

No le atribuyamos a la delgadez el sinónimo de belleza o buscador de parejas; es más, ni siquiera pensemos en delgadez o gordura, sino en bienestar.

Aquellos que sufren sobrepeso u obesidad, no se dejen llevar por el pensamiento de que bajar de peso es sólo para buscar una talla cero; y quienes vivimos en una obsesión constante de la búsqueda de una imagen ideal, paremosle a nuestra paranoía, dejemos de justificarnos con las cifras de obesidad.

Ambos trabajemos para ser no sólo más sanos, sino también mejores personas que lleguen a un sentido de unidad más allá de apariencias

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