agosto 24, 2010

Entre Facebook, Twitter y el mundo real

-Tanto platicamos, pero nunca te he preguntado tu nombre...
-Ah, no te preocupes, así siempre pasa.

¿Cuántas veces no habremos escuchado eso?, llevas días, semanas, hasta meses platicando con alguien y de pronto te das cuenta de que no sabes más allá de lo que has inducido.
Esto es muy común en lugares que frecuentamos lo suficiente para que florezca una relación, pero no tanto para que se consolide una amistad, pocas veces sucede; me refiero a gimnasios, deportivos, clubes sociales, un tienda, un consultorio médico, incluso en ocasiones en el trabajo, creamos identidades a partir de lo que escuchamos, que no son más que temas aislados, sin nombres reales.
Sabemos del hermano, novio, hijo, y hasta jefe de nuestro interlocutor, pero no sabemos más; nos ha dicho que trabaja en determinado sitio, pero a veces ni la profesión sabemos; olvidamos las cosas que nos hacen seres humanos, los sentimientos, las emociones, los deseos.
Es bien sabido que somos seres sociales, tenemos la necesidad de interactuar con otras personas, incluso cuando nos neguemos a ello siempre terminamos haciéndolo; y en esas relaciones hay un cierto aire de misticismo que llama la atención.
¿Cómo es posible que nos llevemos tan bien con personas que son prácticamente extraños?, ¿qué disfrutemos la compañía de quienes no nos conocen, ni conocemos?, ¿qué saludemos y tratemos con cierta familiaridad a aquel que ni su nombre te ha compartido?.
No lo sé, pero es enigmático, encantador. Porque hay quienes creen que para se parte de un algo tienes que contar con un todo, ¿a qué me refiero?.
A que hay quienes creen que para considerar a alguien amigo debes tener su número celular, te debe agregar en el messenger, el facebook, y hasta seguirte en el twitter, pero no es así, para cambiar el mundo de una persona se requiere mucho menos de eso, basta un buenos días, una sonrisa.
Eso me plantea otra cuestión. En este tiempo en el que gran parte de las relaciones se ven respaldadas por las redes sociales, esto nos está haciendo más sociables, o más solitarios.
Hay personas que se comunican únicamente a través del facebook o el twitter y dejan la otra parte.
Entiendo que hoy en día, por diversas cuestiones, es muy difícil compaginar agendas; atreverse a salir a la calle es toda una odisea, entre el tráfico, la inseguridad y el cúmulo de trabajo que tenemos a cuestas, resulta casi imposible, pero tal vez algunas veces valdría la pena.
Debo confesar, que aunque soy parte de las redes sociales, aunque tengo mis cuentas y de vez en cuando las muevo, no soy muy afine. En primer lugar porque no cuento con un dispositivo movil que me permita hacer lo que quiero cuando quiero, pero también porque creo que estar pegada frente a una computadora es menos efectivo que estar cerca.
Llámenme anticuada, pero yo disfruto de salir a tomar un café y platicar horas y horas con las personas que quiero; me gusta escuchar sus voces, ser más personal. Utilizo las redes sociales para entererarme en qué andan y comprobar que están bien, pero en definitiva los prefiero de carne y hueso.
Porque conformarme con lo que leo a través de la pantalla sería como vivir de conjeturas, como perder a alguien y conformarte con los recuerdos.
Viéndolo así, prefiero esas relaciones extrañas y esporádicas con seres humanos que se van y regresan, con extraños que se vuelven conocidos por algunos meses hasta que la vida nos separa, porque eso me recuerda que estoy viva, y hay muchas voces por escuchar, mucho calor humano por sentir.

1 comentario:

  1. ES0 QUE NI QUE ESTO0 DE LA TECNOLOGIA NO ES PARA NOSOTRO0OS, YO AL IGUAL QUE TU SOY A LA ANTIGUITA NADA COMO VERL0S EN PERSO0NA... P0R CIERTO0, CUANDO ESE CAFESIN?

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